Las Padaung forman parte del grupo étnico Karenni, una de las minorías étnicas
tibeto-birmanas, se compone aproximadamente de 7000 miembros. Durante la década
de 1990 debido al conflicto con el régimen militar de Birmania muchos miembros
de la tribu huyeron a Tailandia.
Padeciendo los conflictos al ser
una zona fronteriza estos pueblos estaban dispuestos a sobrevivir con las
limosnas que recibían de los turistas que pagaban por observar a dichas mujeres
que tienen un adorno de latón en espiral que rodea su cuello separando
peligrosamente las vértebras cervicales desde la corta edad de 5 años que
comienza el “embellecimiento” añadiendo con el paso de los años un elemento de
mayor longitud.
Las comúnmente llamadas mujeres
jirafa, por evidente y poco rebuscada analogía, pueden encontrarse en
distintos rincones del planeta, pero unas de las más famosas son las
pertenecientes a la tribu Kayan o
Karenni, una minoría étnica tibeto-birmana que se fue desplazando hacia Tailandia por los conflictos bélicos
acaecidos en su zona natural. El nombre original que reciben allí estas mujeres
es Padaung.
Como casi todo el mundo sabe o imagina, la comparación que se hace
con tan peculiares mamíferos proviene precisamente de lo que los caracteriza: un cuello largo y robusto. En el caso
de las Padaung, el estiramiento del cuello no es natural sino forzado, y se consigue mediante el
ensortijamiento de aros de latón
alrededor del mismo. Esto se realiza paulatinamente a lo largo de la vida de cada mujer, y en contra de lo que se cree
en el mundo occidental, lo que provocan estos anillos es una opresión de las clavículas hacia la cavidad
torácica y no una separación exagerada de las vértebras cervicales. El
efecto visual que se consigue es el de un cuello estilizado y más largo de lo normal, toda una atracción turística hoy en día.
Éste es de hecho uno de los
motivos por los que se conserva tan polémica
tradición, pues el propio gobierno
Birmano ya trató de prohibirla
para subsanar una imagen de país poco
desarrollado, sin conseguirlo en su totalidad. Los Kayan alegan que esta
práctica responde a una mera cuestión
de estética, pues las Padaung se consideran símbolo de belleza al imitar a un dragón, animal muy apreciado por
el folclore tribal, aunque otras hipótesis poco contrastadas afirman lo
contrario, que el estiramiento servía para afear a la mujer y evitar que fuera esclavizada, o incluso para
evitar la mordedura de un tigre.
No faltan las críticas a esta suerte de dimorfismo; se amparan en los estudios médicos que aseguran llega
un punto en que los músculos del cuello quedan extremadamente debilitados y no son capaces de sostener el peso de la
cabeza, convirtiéndose así los anillos en una necesidad para la propia supervivencia y no sólo un adorno.
También se habla de crueldad, pues la colocación de los anillos comienza a
hacerse cuando las mujeres son sólo
niñas, y por ende no tienen capacidad de decisión u opinión al respecto.
Se habla de una mujer Kayan que
llegó a ensartarse hasta 27 collares
alrededor del cuello, el cual estiró más de diez centímetros. Esta tribu es marcadamente falócrata, y los castigos
que los hombres imponen a las mujeres por delitos como el adulterio incluyen a
veces la retirada de todos los anillos,
circunstancia que provoca la asfixia o
el desnucamiento de la condenada, que para sobrevivir se ve obligada a
vivir el resto de su vida tumbada o
sujetando permanentemente su propia cabeza entre las manos.